jueves, 31 de marzo de 2011

El asedio a la República y la libertad de expresión

El premio a la Comunicación Rodolfo Walsh, que otorga la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de la Plata fue instituido en 1997 para destacar a notables figuras del periodismo.
Resulta increíble pensar que en una de las universidades más prestigiosas del país, cuna de grandes profesionales, se decidiera otorgar un premio a la libertad de expresión a quien en su país, con mano militar, decidió callar las voces de quienes pensaban diferente.
El presidente Chavez se sintió como en su casa, habló de dictadura mediática y se permitió dar una clase de cultura cívica sugiriendo que debemos votar a Cristina Fernández para su reelección en las presidenciales de octubre.
En una institución donde se resaltó la libertad de expresión, no se permitió la cobertura en directo de los canales de televisión argentinos.
Un presidente que se entromete como si fuera un dirigente más en la política interna de nuestro país, señalando qué hacer y qué no. Un presidente que intenta convencer a los argentinos respecto a que es necesario que los medios que no opinan como el gobierno hacen daño y no deben existir.
Las coincidencias en la relación que Chavez Frías y nuestra presidenta tienen con los medios de comunicación es alarmante. Ambos impulsan un cambio en donde el poder político sea quien decida qué y cómo se informa.
Como ciudadanos debemos pensar que a la Argentina la construimos entre todos. Este gobierno que avanza sobre potestades legislativas, que desoye mandatos de la justicia, pretende ahora coartar la libertad de expresión. Y se llega a la instancia en donde sectores afines a su “proyecto” se toman atribuciones con la venia oficial, llegando al punto de bloquear la circulación de diarios que les son críticos.
Es necesario que defendamos la República. No podemos caminar hacia el pasado. La experiencia nos debe servir de ruta hacia el futuro, donde la libertad de expresión sea un hecho concreto, y no una manifestación de la que se apropian quienes en definitiva, hacen todo lo contrario.

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